Sequia

Ayer te escuché llorar y sentí
escarcha sobre un campo sembrado,
fría neblina de un día sin pesca
ya que estabas llorando por mí;
acongojaste mi corazón engolado,
los frutos maduros jamás alcanzaron
y menos mi red sirvió para la cosecha

cada lágrima que te caía en gotas
eran estacas en medio del pecho
tanto que lo siento aún abierto
impotente ante tu mejor arma:
“hacerme daño con tu sufrimiento”;
por eso mujer de mi sentencia,
estoy aún,.. sin siembra y sin pesca.

Los comentarios están cerrados.